August 24, 2010

De nuevo, todo es ceniza. Todo ese vasto bosque de felicidad y oportunidades, con sus árboles atestados de racimos de flores y frutos turgentes: Toda mi existencia era Perelín, crecían las mas poderosas variedades vegetales a mi paso, las veía germinar bajo mis pies y estallar a cada paso.

Cada fruto era mas abundante y delicioso que el anterior, cada momento vivido era una bocanada de aire que, paradójicamente, me dejaba sin aliento… hasta que llegó el día y el sueño terminó. Hubo que despertar con la mañana y ver como toda la creación se volvía polvo  a la luz de la razón; arriesgarse a morir devastado es el precio que pagar por vagar con la locura.

El desierto de color, forjado con las ruinas yermas de Todo lo Noble que una vez hubo en mí, fue mi casa durante meses… Ahí desnuda y solitaria, soportando las inclemencias del tiempo* sabiendo que tarde o temprano todo iba a pasar, me iba a olvidar de cómo había llegado ahí e iba a encontrar la manera de usar el viento a mi favor para remontar el alma.

No me olvidé de nada, sigue todo latiendo (lastimado, en carne viva) como antaño, pero hay en el cielo un atisbo de ocaso: Es difícil controlar al corazón que espera ansioso nuevamente el Perelín. Por momentos me mareo, o sufro migrañas, o pequeñas hiperventilaciones y me pregunto si podré resistir: Si encontraré esta vez la forma de no despertar, de vivir para siempre el sueño de la vida.

Te extraño, siempre te extrañé: Tanto que, a la menor oportunidad, volvía a abrir la herida y rociar la llaga con tu recuerdo; como si con eso pudiera volverte a la vida. Imaginaba y recordaba besos, abrazos, tanto bien que hice en libar ávidamente cada instante adivinando lo fatuo del destino…

Siempre yo tengo la culpa de saber las cosas y no actuar en consecuencia: Me gusta desafiar las reglas, ya ves, porque me niego a asumir que las cosas terminan; todo vive por siempre, de día es semilla y de noche germina, pero es siempre la misma vida que nace y muere



*y los embates de “cuarenta” =)

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